Siempre
afirmo que nos pasamos la vida diciendo más cosas malas que buenas. Al igual
nos pasa en centrarnos en lo malo que nos ocurre, y prestando una atención efímera
a lo bueno.
A
muchas personas nos cuenta horrores decir "te quiero" a
la gente que queremos y nos importa, decir "lo siento" cuando nos equivocamos, dar abrazos, besos, mensajes de apoyo,
de ánimo, o simplemente decirles de corazón "que tengas un buen día",
"qué tal ha ido tu día?". Sin embargo, cuando discutimos con alguien,
la mayoría de las veces decimos multitud de cosas sin pensar, y de las que
normalmente acabamos arrepintiéndonos.
"No prometas cuando estés feliz,
no respondas cuando estés enojado,
no decidas cuando estés triste."
Generalmente, no cumplimos ninguna de
estas cosas.
Vivimos tan rápidamente que no prestamos día a día atención a las cosas realmente importantes. ¿Y qué son las cosas realmente importantes? Son las personas a las que queremos; ellas hacen nuestra vida mejor. Dice otro proverbio que "si quieres ir rápido camina sólo, si quieres llegar lejos ve acompañado", y la vida termina haciéndonos ver la verdad de este dicho. Las tristezas, son menos tristes cuando las compartimos con la gente que de verdad está con nosotros, así como las alegrías de igual manera son mucho mejor en compañía.
Conocí el significado de la palabra "relativizar" al trabajar en el mundo de las emergencias. Pero cualquiera de nosotros la ha conocido cuando ha vivido un mal momento.
Relativizar: Conceder a algo un valor o importancia menor.
Tras trabajar con gente que ha perdido a sus seres queridos, uno se da cuenta de la poca importancia que tiene salir de la ducha en invierno y que hayamos dejado la toalla lejos (cosa que seguro que a todos nos irrita en el día a día), o lo relativo que es la película que vamos a ver al cine, cuando lo importante es con quién vamos a compartir ese rato.
La gran ventaja de relativizar es que nos centra en lo importante de la vida. Pero no todo es perfecto: somos capaces de hacerlo en los momentos posteriores de haber perdido a alguien, de haber cometido un error y analizarlo, o, porqué no, cuando vemos o nos cuentan una mala noticia, y todos decimos "hay que centrarse en lo importante, que uno nunca sabe cuánto estará aquí..." pero, con el paso de los días, volvemos a nuestro ritmo de vida y nos vuelve a irritar dejarnos lejos la toalla al salir de la ducha.
Lo ideal sería que fuéramos capaces de valorar todo lo que tenemos a diario. Pero generalmente vivimos posponiendo multitud de cosas, y en un elevado porcentaje posponemos las importantes, ocupando su hueco con las urgentes.
Volviendo al principio de esta entrada, ¿qué pasaría si hoy nos despertáramos con la noticia de que alguien a quien queremos ya no está? ¿Nos habrían quedado multitud de cosas que decirle? ¿un "te quiero"? ¿un "lo siento"? ¿un "eres muy importante para mi y quiero que lo sepas cada día? Vivimos pensando que tenemos control sobre las cosas que pasan y nos desmorona cuando nos damos cuenta de que no es así.
Recuerdo una escena final de la
película "Como perder a un chico en 10 días", en la que la
protagonista escribe un artículo en una revista sobre todo lo que ha hecho mal en una
relación. Nuestra revista particular a día de hoy es un servicio de mensajería instantánea, o una página de red social. A todos nos gusta recibir un mensaje bonito en nuestro móvil, y éstos servicios nos han dado esa posibilidad, pero también nos han quitado el compartir momentos reales (todos hemos estado tomando un café en una mesa en la que varias personas teclean en su móvil en lugar de hablar con la persona que tienen delante). Compaginemos ambas cosas; dediquemos a la gente que queremos palabras bonitas por cualquier medio, pero no perdamos el abrazo, el beso, el "lo siento" o el "te quiero" frente a frente.
Aprendamos a saber lo que tenemos antes de perderlo. Y que el amor por la gente que queremos gane siempre.
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