lunes, 27 de enero de 2014

Polo positivo.

           Cómo ya habréis ido viendo, desde Positimento nos empeñamos en haceros valorar las pequeñas cosas que día a día nos sorprenden. Lejos de ser una cuestión de suerte lo que haga que te topes con esas bonitas cosas diarias, creemos que es una cuestión de actitud y de auto explicación del mundo que nos rodea y de los acontecimientos que nos van pasando a lo largo de nuestras vidas.


           Un libro que estos días me ha ayudado mucho a pensar sobre ello es el del psicólogo Martin Seligman titulado  Aprenda optimismo.
       En sus páginas me topé con una historia que me enseñó mucho acerca del daño o beneficio que nuestra manera de ver las cosas puede hacer a nuestra manera de vivirlas. En ella habla de la situación vital que vive Sophie y que me recordó mucho a la que había vivido hace unos años un buen amigo mío.
          La chica que describía Seligman estaba pasando por un momento depresivo en el cuál todos sus pilares se estaban desmoronando, o al menos eso creía ella. Al igual que mi amigo, ambos son hijos únicos y ambos gozan del profundo cariño y apoyo de sus padres para todo; ambos tienen un sano círculo de amigos y han sido siempre buenos estudiantes; han gozado de buenas relaciones amorosas y no han tenido problemas económicos. Y sin embargo, los dos se encontraron en un momento de sus vidas sumidos en una profunda crisis vital. 


          Lo destacable en ambos es que, pese a no tener ninguno de los dos en aquél momento ningún problema insuperable,  se sintieran tan solos, desvalidos, desprovistos de un presente en el que sentirse felices y sin ganas de dibujar un futuro que les alentase a luchar.

         Me impactó descubrir cómo dos personas que habían demostrado tanta capacidad de esfuerzo hasta ese momento, se viesen sumidas en una situación en la que hasta el mero hecho de decidir qué tarea escolar elegir primero les supusiese todo un esfuerzo. Habían perdido toda razón para estudiar, trabajar,...Incluso levantarse de la cama y afrontar un nuevo día carecía de todo sentido. Ambos habían perdido el
sentido de vivir



        Pensando en sus historias y viendo como ambos afrontaron su "crisis vital" es como me hice una idea de hasta qué punto nuestro propio planteamiento negativo de lo que nos está pasando nos puede llevar a un estado depresivo

         No es si no un enfoque contrario, el positivo, el primer punto del cambio y que en el caso de mi amigo funcionó de manera casi instantánea. Al afrontar de manera diferente los pequeños problemas que le surgían en el día a día, donde antes veía grandes montañas llenas de situaciones inevitables que se repetirían una y otra vez y cuya única finalidad era hacerlo sentir más y más hundido, empezó a ver retos, pruebas en las que hacerse mejor persona y más fuerte.


        Y ese enfoque no solo le ayudó a
superar esos pequeños problemas, si no que le sirvió también para disfrutar de muchas cosas que se estaba perdiendo por el camino: dónde antes había tareas que él consideraba que solo contribuían a aumentar sus niveles de estrés, ahora tomaba retos; dónde antes veía simplemente soledad, ahora veía tiempo para mirar solo para él mismo, sus proyectos y sus sueños.

       Sin darse cuenta, empezó a disfrutar de otros muchos pequeños momentos de los que tanto hablamos en
Positimento: empezó a disfrutar de cada rato con sus amigos sin otro planteamiento que disfrutar de su compañía, reír o arreglar el mundo con ellos; se descubrió valorando hasta que el aire le diese en la cara o que al salir de casa pudiese escuchar el cantar de un pájaro. Nimiedades que habían estado siempre ahí, esperando a que su visión del mundo pasase del lado oscuro al polo positivo.




sábado, 18 de enero de 2014

La cajita de los pequeños grandes momentos.


 Al empezar un nuevo proyecto, uno siempre se centra en lo que lo harán diferente. Desde aquí queríamos atender al pequeño detalle de cuál sería la primera publicación de este blog, que mostrara la esencia de Positimento, de nuestro pensamiento positivo.

Esta historia llegó sola a mi, cuando me encontré hace unos días con una compañera a la que hacía tiempo que no veía. Ella es todo positivismo, y transmite felicidad a todos los que la rodean. Es una de esas personas que todos deberíamos tener en nuestras vidas. Una persona que sabe disfrutar del momento, le saca el máximo partido, que se define con la frase “debes aprender a ser feliz en cada etapa de tu vida, y si algo de lo que vives no te gusta, intenta cambiarlo”, y a la que le dedico esta primera publicación.

Tras ponernos un poquito al día, dijo: “¿Sabes? Tengo un bote donde guardo una nota con cada una de las cosas buenas que me pasan día a día. Hace poco lo abrí para leer todas las notas que había guardado del 2013 y hasta lloré de la emoción, no recordaba tantísimas cosas buenas que me habían sucedido el año pasado. Hoy guardaré en el bote una nota en la que ponga algo sobre este reencuentro”.

Si nos paramos a pensar en todo lo bueno que nos pudo suceder el mes pasado, o el año pasado, seguro que recordaremos algún gran viaje, alguna gran cena, cualquier gran evento, pero, de las pequeñas cosas, de esas que más disfrutamos día a día, nos cuesta más acordarnos, y casi seguro no recordamos tantas como si las hubiéramos anotado: una tarde disfrutando de una película con amigos, una cena sorpresa, un regalo inesperado de alguien a quien queremos, una frase amable que nos dio energía para todo un día, etc…

Yo soy fiel seguidora de disfrutar de los pequeños placeres, así que en ese mismo momento decidí que era una idea fantástica, y que la iba a poner en marcha.

            Ya tengo mi cajita elegida 





 y mis post-it




listos para cargarse de frases bonitas y buenos momentos, que ya he empezado a usar con   
algunas de las buenas cosas que me han pasado ya este mes.

¡Os animo a copiar la idea, y que a finales de año tengáis la caja llena de buenos momentos!